jueves, 14 de julio de 2011

O BARÓN RAMPANTE


Unha preciosa novela de Italo Calvino.

Falando sobre libros e sobre o tema do noso Proxecto Documental Integrado deste curso (os Bosques) o meu irmán comentoume que o libro máis bonito que lera nunca sobre bosques era este. A historia dun home que, dende a súa adolescencia, decidiu vivir o resto da súa vida nas árbores.

A lectura non me defraudou en absoluto. É verdade que a historia se desenvolve entre árbores e bosques. Pero non por iso é, simplemente, unha novela de aventuras.

A vida de Cósimo (o protagonista) se desenvolve no Norte de Italia, durante a segunda metade do século XVIII e principios do XIX. Contrariamente ó que se podería imaxinar, Cósimo non é ningún salvaxe, senon un membro da nobreza, cultivado e lido. Un auténtico ilustrado que se cartea con Diderot e Rousseau. Cando rematamos a lectura do libro, caemos na conta de que Italo Calvino establece un paralelismo entre os lemas da Revolución Francesa (liberdade, igualdade, fraternidade), os bosques autóctonos e a personalidade de Cósimo. De feito, a súa morte acontece cando os ideais da Ilustración sucumben fronte ó auxe do absolutismo (posterior á derrota de Napoleón) e cando as especies australianas e americanas empezan a ameazar os ecosistemas dos bosques autóctonos.

Sen embargo, toda esta profundidade non nos debe en absoluto asustar, porque O barón rampante é unha novela de doada e agradable lectura.

Déixovos algúns fragmentos:

Los olivos, por sus contorsiones, son para Cósimo caminos cómodos y llanos, árboles pacientes y amigos, con su áspera corteza, para pasar por ellos y para detenerse en ellos, aun cuando las ramas gruesas sean pocas en cada árbol y no haya gran variedad de movimientos. En una higuera, por el contrario, teniendo cuidado de que soporte el peso, no se acaba nunca de dar vueltas; Cósimo está bajo el pabellón de las hojas, ve transparentarse el sol en medio de las nervaduras, los frutos verdes hincharse poco a poco, huele el látex que gotea por el cuello de los pedúnculos. La higuera se apodera de ti, te impregna con su humor gomoso, con los zumbidos de los abejorros, poco después a Cósimo le parecía estar convirtiéndose en higuera él mismo y, molesto, se marchaba. Sobre el duro serbal, o sobre la morera, se está bien; lástima que sean escasos. Lo mismo los nogales, que incluso a mí, y es mucho decir, a veces viendo a mi hermano perderse en un viejo nogal inmenso, como en un palacio de muchos pisos e innumerables habitaciones, me venían ganas de imitarlo, de estarme allá arriba; tanta es la fuerza y la certeza que pone ese árbol en ser árbol, y la obstinación en ser pesado y duro, que se expresa hasta en sus hojas. 

Cósimo estaba en un nogal, una tarde, y leía. Le había entrado hacía poco la nostalgia de algún libro: estar todo el día con el fusil apuntando, esperando que llegue un pinzón, a la larga aburre.
(...) 
Así empezaron a relacionarse mi hermano y el bandido. En cuanto Gian dei Brughi había terminado un libro, corría a devolvérselo a Cósimo, tomaba en préstamo otro, escapaba a esconderse a su refugio secreto, y se hundía en la lectura. 
(...)
En resumidas cuentas, con Gian dei Brughi pegado a él, la lectura para Cósimo, de aquella distracción de media  horita, se convirtió en su ocupación principal, en el objeto de todo el día. Y a fuerza de manejar volúmenes, de juzgarlos y compararlos, de tener que conocer siempre otros nuevos, entre lecturas para Gian dei Brughi y la creciente necesidad de lecturas para sí, a Cósimo le entró tal pasión por las letras y por todo el saber humano que no le eran suficientes las horas desde el alba al ocaso para lo que habría querido leer, y seguía incluso en la oscuridad, a la luz de una linterna. 

- ¿Tú sabes que podrías mandar en la nobleza vasalla con el título de duque?
- Sé que cuando tengo más ideas que los demás, doy a los demás estas ideas, si las aceptan; y esto es mandar.